Planeaba comenzar este acápite dedicado a la Psicología del Deporte tratando la utilidad y competencias de la misma, pero en estos días con la recién comenzada liga española de fútbol me ha llamado la atención un hecho. La conmoción cerebral sufrida por Pepe, el defensa portugués del Real Madrid en el partido contra el Valencia disputado el 19 de agosto de 2012, y la controversia acerca de su incorporación en los próximos partidos que enfrentará su equipo. Debido a la importancia del tema, me gustaría hacer algunos comentarios basados en la evidencia científica publicada en Revistas especializadas al respecto.
Las conmociones cerebrales en el
deporte son muy frecuentes y se considera que su incidencia está probablemente
subestimada debido a que solamente son reportadas una pequeña parte de ellas. Koh
y colaboradores en una revisión sobre el tema, publicada en la Revista Brain Injury en el año 2003, establecieron
que estas son más frecuentes en deportes de contacto y entre las disciplinas
con más alto riesgo se encuentran el Jockey sobre hielo, el rugby, fútbol
americano y el fútbol.
Estas lesiones son definidas como
un complejo de procesos patofisiológicos que afectan al cerebro inducidos por
fuerzas biomecánicas. Por esta razón, la conmoción no solamente es provocada por
un trauma directo en la cabeza, sino también en el cuello, o en cualquier otra
parte del cuerpo que provoque una fuerza impulsiva que sea transmitida al
cerebro.
Se le asocia con síntomas muy diversos
de severidad y duración variables. Los de naturaleza física incluyen mareos,
dolor de cabeza, visión borrosa o doble, y sensibilidad a la luz o al ruido. Aparecen
también síntomas neuroconductuales como fatiga, trastornos del sueño,
irritabilidad, ansiedad y depresión. De la misma forma, emergen dificultades
cognitivas caracterizadas por déficit de atención, problemas de memoria y
enlentecimiento psicomotor, entre otras.
Su abordaje desde el punto de
vista médico – psicológico incluye diagnóstico, tratamiento y toma de decisión
acerca del retorno a la actividad. Este último aspecto suele basarse
generalmente en el cese de los síntomas antes expuestos o en los resultados de
la evaluación neuropsicológica conductual. En otros casos, también se basa en
los resultados de técnicas estructurales a pesar de haber sido descrita la
naturaleza funcional de sus consecuencias. Por esta razón, recientemente se han
comenzado a utilizar técnicas de evaluación psicofisiológica funcional como los
Potenciales Relacionados a Eventos cognitivos (ERPs) y la Resonancia Magnética
Funcional (fMRI). Con el uso de estas técnicas se ha mostrado que los déficit
cognitivos que habían sido descritos sólo para la fase aguda, persisten de
manera subclínica (o sea, no son detectados por las pruebas convencionales)
incluso cuando los deportistas no reportan síntomas. Por tanto, la ausencia de
síntomas pudiera no ser un marcador absoluto de recuperación cerebral.
Por ejemplo, la
depresión
asociada a este tipo de lesiones ha sido frecuentemente estudiada y
mayoritariamente atribuida a cambios en la actividad como la pérdida de
determinada posición en el equipo, pérdida de apoyo o incertidumbre
acerca del
futuro de la carrera deportiva. Sin embargo, otra cosa ha mostrado un
estudio
realizado por Chen y colaboradores en el año 2008 y publicado en la Revista científica Archives of General Psychiatry. Este
estudio, utilizando la técnica de resonancia magnética funcional, ha mostrado
que los síntomas depresivos están asociados con una patología cerebral
subyacente relacionada con una actividad reducida en la corteza prefrontal
dorsolateral medial en atletas lesionados con síntomas depresivos.
Los cambios funcionales descritos
en deportistas con lesión cerebral luego de semanas o incluso años, sugieren
que la disfunción cerebral pudiera persistir. De este hecho se deriva que la
evaluación conductual neuropsicológica no es suficiente para un abordaje
adecuado en estos casos. Las técnicas de evaluación psicofisiológica funcional (ERP
y fMRI) pudieran contribuir significativamente a la comprensión de los cambios
producidos por la lesión y proporcionar información objetiva para guiar más
adecuadamente la toma de decisión acerca del retorno al entrenamiento y la
competición. Por estas razones, se necesita incluir estas técnicas como
evaluaciones rutinarias en la evaluación y seguimiento post conmoción en
deportes de contacto. Específicamente, su utilidad en la toma de decisión
acerca del retorno del deportista al entrenamiento y la competición es
extremadamente importante. Esto se debe a que este retorno, cuando persisten
los síntomas, incrementa el riesgo de sufrir otras lesiones incluso de mayor
gravedad.
En conclusión, se necesita un seguimiento cuidadoso de los deportistas
implicados en deportes de contacto luego de sufrir una conmoción cerebral con
el fin de garantizar el estado de salud adecuado al jugador y prevenir nuevas
lesiones.