CASTIGOS
Niños trepando un árbol. Francisco de Goya y
Lucientes.
"Educad
a los niños y no será necesario castigar a los hombres" PITAGORAS.
He querido
comenzar este post con esta frase de Pitágoras y hacer alusión a uno de los
aspectos más difíciles de la educación de los hijos: el Castigo. Los psicólogos
solemos hablar de imponer límites en la conducta de los niños, indicándoles así
lo que no deben hacer. Por tanto, el primer paso es, sin dudas, seleccionar
cuidadosamente la conducta “castigable”. Si castigamos la mayoría de su
actividad estaremos creando graves problemas de comunicación con nuestros
hijos.
Si partimos
del objetivo de modificar la conducta o extinguir aquella que pueda entrañar
algún tipo de peligro, estaremos de acuerdo en que no queremos castigar por el
simple hecho de hacerlo. Mantener esta idea es primordial para seleccionar las
conductas “castigables” y la manera en que lo hacemos. Por tanto, el castigo
debe estar directamente relacionado con la conducta que le da origen. Por ejemplo, si el
niño ha tardado más tiempo en llegar a casa por estar jugando con los amigos,
no vale de nada que lo dejemos sin ver su programa favorito de televisión, pues
solamente produciría malestar sin lograr nuestro verdadero objetivo: que no lo
vuelva a hacer. Para elegir el castigo adecuado veamos algunos tipos de ellos:
-
Pérdida de Privilegios: Si
abusa de un privilegio otorgado (como el mencionado antes de volver más tarde a
casa), un castigo adecuado sería el de perder este privilegio por un tiempo.
-
Penitencia: Debe reflejar
directamente el mal comportamiento. Si ha llegado tarde, pues hacerlo volver
más temprano la próxima vez (en proporción con el tiempo que ha tardado).
-
Restitución: Significa que
debe “pagar” por algún daño que haya hecho. Su objetivo es reparar un mal y se
le da la oportunidad de corregir su error. Para esto debe hacer algo
socialmente aceptado como hacer alguna labor doméstica o cuidar de un familiar
enfermo o una mascota. Este tipo de castigo es más adecuado cuando de su
comportamiento se ha derivado algún mal para otras personas.
Al advertir la conducta y comunicar el
castigo, no es recomendable que gritemos o le peguemos, pues de esta manera, le
estaríamos enseñando que la violencia (incluida la verbal) es una respuesta
adecuada al enfado o la frustración.
Cuando es él
quién responde inadecuadamente, no debemos tampoco responder de manera agresiva.
Contrariamente, la respuesta adecuada debe hacerle ver que se le escucha, que
tiene derecho a dar su opinión, pero debe hacerlo respetuosamente.
Estoy muy de acuerdo con estos postulados. Hay que saber cómo castigar educando a la vez. Se parte del hecho que los niños son inmaculados y lo que les enseñemos va a determinar en el futuro su forma de ser, su caracter y su visión respecto a las relaciones interpersonales, comportamientos ante ciertas situaciones, etc.
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